Alicia: o como saber venderse a través de la lastima.

Tiene forma de historia más o menos dura habitualmente pero que se convierte en amable cuando cree que ya ha tensado lo suficiente la cuerda de la compasión trufando el relato de elementos agridulces con sabor a nostalgia para suavizar la continuidad del velo gris que vende y que ella maneja como nadie.

Todo está enfocado a provocar la lastima, no importa el matiz, salta de la depresión al cancer, se pasea por un increíble desamor de forma continua, y acaba planeando sobre cada miembro de su familia para poder gritar a los cuatro vientos lo desgraciada que puede ser, ni salud, ni dinero ni amor ni tan siquiera perrito que le ladre. ¿No me digáis que no es para leerla cada
día?

Ninguna desgracia que se produzca en el mundo es ajena a ella, si hay un choque de trenes seguro que ella fue en uno igual hace nada, si alguien se tira desde un balcón ella acabaría de pasar por allí tres minutos antes, hasta si en el telediario dicen que en Sevilla hace calor, ella tiene que decir bien alto que en su ciudad hace más. 

Pero entre desgracia y desgracia, entre despellejar a las amigas que, aunque dice no haber visto en diez años siempre aparecen justo a tiempo, aprovecha su pena para venderse como estupenda escritora y hasta desprendida compositora de una flamante canción del verano que por supuesto no puede decir.

Mi teoría es que nos toma el pelo a todos, aunque tengo que reconocer que manipula los sentimientos de los que la leen con extraordinaria eficacia manteniendo el equilibrio entre la apología de la infelicidad y el morbo de la desgracia, además es de esas pocas páginas donde si uno deja de leerla un día se te ha acumulado un libro entero.. y eso también tiene su merito, aunque solo sea porque no tiene nada mejor que hacer.  



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