Alberto Bastos o el precio de tener que postear cada día

Las bitácoras suelen mostrar generalmente y aunque sea entre líneas, el estado de ánimo de quien la escribe, por eso en ellas es habitual que, según la temporada que este pasando su autor, su interés o su calidad tenga altibajos más o menos constantes.

Sin embargo hay excepciones en los dos extremos, y esta en cuestión, es toda una montaña rusa, post sorprendentemente buenos se alternan con otros completamente huecos.

Como muestra valen de botón los dos últimos, uno con una genial descripción, perfectamente contada y detallada, sobre su propio reconocimiento médico, algo que, en principio podía ser un auténtico “coñazo”,  lo describe de tal manera que parece que el lector estuviera allí. El último, una reflexión demagógica sobre la edad de conducir al hilo de una noticia de la televisión, parece una manera de rellenar hueco.

Posiblemente sea la disciplina de su autor que se siente en la “obligación” de postear a sus fieles aunque sepa que no tiene nada interesante que contar,  de todas las formas tanto por sus estupendos diseños en continua experimentación, como por esas “joyas” que de vez en cuando es capaz de escribir, merece la pena visitarlo a menudo.


 

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