Rvr o como estar encantado de haberse conocido

El mayor enemigo de todos aquellos que tienen una cierta influencia sobre un grupo de individuos, por pequeña que esta sea, suele ser la cantidad de falsos aduladores que pululan a su alrededor y que, por pura condición humana de creerse a ”pie juntillas” todo lo bueno que opinen de uno, acaban convirtiendo al interesado en alguien que se llega a creer lo que le dicen y acaba despegado de la realidad.

Es un poco lo que ocurre con rvr, una bitácora interesante en sus contenidos que ha ido cuesta abajo en función del endiosamiento de su autor, más preocupado últimamente en mantener su cohorte de aduladores que de la calidad de sus textos.

 Su condición de “vaca sagrada” le permite ciertas licencias que serían una aberración si las hace cualquier otro (lo de citarse a sí mismo es todo un narcisismo innecesario) pero que es aplaudida con orejas y rabo por sus “admiradores”, esos mismos que de forma más privada lo despellejan sin compasión o escriben correos electrónicos a esta página para que sea desde aquí, desde donde se tire la piedra para que ellos escondan la mano.

 Pues siento defraudar a todos esos que me escriben “lindezas” sobre la bitácora de rvr para que las transcriba, pero sus textos me parecen interesantes y sus enlaces atractivos, si acaso sobrarían los iconos de su diseño más propios de una versión prehistórica del windows que de algo medianamente original, pero no por eso merece la pena dejar de visitar una página donde siempre encuentra uno algo interesante, a pesar de sus “amigos"


 

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