Clio o como una bitácora, que no pasa de corriente, puede convertirse en protagonista
En estados unidos hay bibliotecas públicas en las que está prohibido huckeleberry finn porque abunda en ella la palabra "nigger", que es, nada más y nada menos, un insulto para quienes ahora se llaman oficialmente "afroamericanos. Está claro, mark twain es un racista, a pesar de su lucha por la igualdad, porque algunos de sus personajes lo son, igual que a vladimir nobokov le debieron de encerrar por pederasta, a cervantes por loco y, naturalmente, gustave flabert fue el culpable del envenenamiento de madame bovary.
Clio cerró, objetivamente su blog tampoco era una gran cosa, el nuevo que ha abierto es igual de mediocre, pero el que tenga que cerrarlo sí es importante. Que los censores ganen la partida, aunque sea por la vía de la autoimposición, en este caso relativa, ya que se vio forzada por las características del grupo que la alojaba, es una mala noticia.
Hace años los censores ocupaban oficinas pequeñas con olor a traje oscuro sudado y a tabaco negro, eran torvos, de ceño fanático, con aliento a café con leche agria, bigotito de pincel y manchas de nicotina en los dedos, pero por lo menos cobraban a final de mes. Ahora los censores son voluntarios, surgen en cualquier parte y no solo prohíben lo que les desagrada, sino que además someten a un juicio público a su autor.
No hay censor que no actué en defensa de unos principios elevados, antes era el integrismo católico o los principios del movimiento nacional, ahora son modernos, majos, a la última, se les llena la boca de causas nobles que estén por encima de toda sospecha y que les sirvan de coartada, causas que como la dignidad de la persona, la paz mundial, o la tolerancia universal (¿quien es nadie para creerse con derecho de "tolerar" nada a otro?), con eso ¿quién se atreverá a llevarles la contraria, a correr el riesgo de ser considerado reaccionario o políticamente incorrecto?
Todos los demás se lanzan en tromba a aplaudir tan nobles aspiraciones, con una sospechosa unanimidad, que revela su oportunismo, o su cinismo, se apresuran a denigrar lo que aseguran que no han leído, "no tienen tiempo", deplorando su contenido, hablando de la nula calidad y hasta atreviéndose a lanzar amenazas de denuncias judiciales con su espada vengadora en la mano.
Surgen como hongos teóricos y críticos que, rápidamente, son capaces de establecer las intenciones del autor, su pensamiento, sus aspiraciones, como si en vez de un ejercicio de ficción aquello fuera un espectáculo de ventriloquia, todo ello mediante un auto de fe, que para eso los virtuosos censores no tienen tiempo de leer lo que luego critican.
A clio le hicieron cerrar. Se perdió un trozo de libertad. Ganaron la batalla, como casi siempre, y clio se tuvo que trasladar.