Nos cuentan que...
... las navidades no son buenos tiempos para las bitácoras, apenas unas cuantas se actualizan -y no precisamente las más interesantes- y las visitas caen en picado espantados ante el olor de los tópicos hechos en forma de frases y dibujitos navideños de todos los tipos, tamaños y condiciones.
En cuanto hay otra cosa que hacer se activa el mecanismo de establecer prioridades, leer blogs no parecen que esté entre las primeras para casi nadie, y sí en la lista de las primeras cosas de las que se puede prescindir completamente, salvo, claro, para los adictos, ese raro grupo "friki" que han organizado "su" vida alrededor de "su" página y miden el "triunfo" de su existencia en función de las visitas ajenas... o propias.
Ni los más ateos más militantes, que se pasan todo el año dando el "coñazo", lanzando mensajes de protesta a diestro y siniestro contra todo lo que huela ligeramente a "establecido", se salvan de caer en la tentación de envolverse en papel de regalo.
Hasta aguantar los cientonoventa minutos del retorno del rey parece un plan más atractivo que pasearse por post cansinos y repetitivos, aunque siempre se puede hacer el “paseo” más agradable jugando a encontrar cierta similitud entre los personajes de la película y ciertos autores de weblogs que podían encajar como un guante.
Al fin y al cabo los últimos tiempos del panorama “bitacoril”, han sido una batalla del bien contra el mal -origen y final de todo- con “extraños” personajes "pinchando" a cada paso, efectos especiales de relumbrón, post grandilocuentes en busca de la verdad absoluta, utopías simples que acababan invadiendo la tierra del aburrimiento y llamadas reivindicadoras de las dignas esencias para la recuperación gloriosa del “buen rollo”.
Sería curioso ponerle nombre de bitácora con autor incluido, a frodo, capaz de resistir la llamada ardiente del mal, a la esperanza utópica de gandalf, al amor mortal de la elfa arwen, a la ambición del obsesivo gollum, a la constancia del arquero légolas, a las preciosas hojas de rivendel o a los negros magmas del ojo en los cielos de mordor..
Aragorn, humano con cara de viggo mortensen empuña su espada de rey, todo va tomado una dimensión demasiado grande como para poder despejar esa inquietante duda final: ¿apoteosis o apocalipsis?
Y es que las comunidades de verdad, las de las bitácoras, son las verdaderas referencias instaladas en nuestros ojos para guiar a los que no saben, para guiarnos a todos –siempre inferiores pero buenos- en la eterna lucha contra el mal que quiere machacar el poder de los elegidos.
Que se de una vuelta jackson por este “mundo”, seguro que podría alargar su trilogía hasta el infinito, "personajes" no le iban a faltar.