Diario de una pera o las peras tambien sufrimos cuando vemos una licuadora

Tenía que pasar, era cuestión de tiempo, tanto transgénico presuntamente adulterado, tantas amantes de don humberto, tanta era digital y su democratización de la excelencia en la forma, lo han conseguido, han acabado trayendo lo que no estaba escrito en ninguna atiutopia: el fetichismo de una pera que está hasta los pipos.

El diario de una pera es un blog de euforia, incluso para los que no lo entienden como es mi caso, un blog iluminado por la fuerza interior de una incontaminada sinceridad "tenn" que ve pasar la vida desde su caja de pvc en la frutería y que, en ese ímpetu que solo da la juventud, acaba sacando su rebeldía para que no la muerdan.

No nos importa los bombones que se coma, no nos importa su amor por los bibliotecarios, no nos importa sus catedrales en mitad de alicante, pero hay que reconocer que, a los que en una vida pasada pudimos ser manzanas -y cualquiera pudo ser cualquier cosa en una vida pasada- no nos gusta que nos digan que, en el mundo de hoy somos fáciles.

Hasta internet tienen que tener sus limitaciones, si desde ningún escaparate de ninguna carnicería ningún buen chorizo se permite el lujo de insultarte, no vamos a consentir que cualquier pera de agua lo haga sin que se arriesgue, al menos, a una denuncia y/o querella criminal, ante, mínimo, el ministerio de agricultura.

Hay que darle un voto de confianza. Ella, la pera, parte con desventaja, ella, la pera, no puede enseñar su pecho para llamar la atención, ella, la pera, está empezando y ni tan siquiera puede sentarse en esa pasarela de moda en que se está convirtiendo nedstat y más ahora que la gloria swanson de las bitácoras ha sentado sus reales en él al más puro estilo billy wilder y su crepúsculo de los dioses. Por cierto alguien debería de hacer algo, no es lógico que post tan sublimemente geniales, verdaderas joyas de la poesía neorrealista contemporánea como son los de ella, tengan apenas doscientas visitas - incluidas las propias- y post tan simples e ingenuos hablando de otros tipos de poetas casi le cuadrupliquen en lectores.

Está claro que los que se confunden son los que se empeñan en no saber apreciar el verdadero arte, menos mal que todos sabemos que cada uno escribe sólo para sus incondicionales, lo malo es que para algunos los únicos incondicionales que existen son los que se ven cuando se miran al espejo.

A partir de ahora ser vegetariano va a causar muchos más remordimientos de conciencia, seguro. Esto va a ser la pera.


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