Bitácoras políticas o como el fanatismo puede arruinar una idea

Aunque parezca raro, no todos los e-mail recibidos en el correo tratan sobre la profesión de algunos miembros, especialmente por línea materna, de mi familia, o ejercen de mentes prodigiosas intentando adivinar mis tendencias sexuales, no, también llegan cada día un nutrido número de amables "recomendaciones" deseosas de darse a conocer.

Destacan, y no solo por su abundante número o por el especialmente desagradable "tono" en que algunas son "publicitadas", aquellas que tienen como base de sus post "la política", bitácoras que curiosamente no suelen ser recomendadas por los propios autores de las mismas, sino precisamente por sus adversarios ideológicos, dato este que posiblemente sea el motivo de que los remitentes de los correos parezcan tener un vocabulario cercano a los guionistas de crónicas marcianas.

La verdad es que dejando al margen las ideas particulares de cada una, y hay que reconocer que el abanico ideológico no puede ser más abierto, todas parecen cortadas por el mismo patrón: unos panfletos demagógicos y soberanamente aburridos que serían la envidia de cualquier departamento de propaganda del correspondiente partido.. y además lo hacen gratis.

Sus post siguen siempre un modelo uniforme y explícito, se trata de ver que noticia publica esa mañana el periódico afín y comentarla hasta la exageración, en un juego de bueno y malos donde cada uno ya tiene de antemano fijado su papel.

El resultado suele ser post ridículos que hacen un flaco favor a la credibilidad de las bitácoras como un posible elemento serio de información.

Si hasta la prensa más ideologizada intenta ser medianamente ecuánime en sus editoriales, aun a costa de negar en un renglón lo que afirmo en el anterior, y hasta demuestra de vez en cuando, una cierta capacidad crítica, por otra parte muy higiénica, con los "jefes", los post de las bitácoras "ideológicas" caen, una y otra vez, en ridículos y babeantes textos "loatorios" a la noticia de turno, que parecen perseguir una única intención: "ser más papistas que el papa".

El resultado es evidente: ninguna pasa de ser una demagógica hoja volandera, de clara intencionalidad propagandística y que lo único que consiguen es que nadie se la tome en serio.

Al menos en eso coinciden todas.


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