Hay, y la comparación es un extremo con el que no existe nada más en común, mucha gente que sabe de cervantes muchísimo menos de lo que sabe de don quijote.

Sin que a menudo pueda saberse muy bien por qué, a veces hay personajes que llegan a devorar, o cuando menos ensombrecer a su progenitor, personajes que al ser creados se acaban convirtiendo en inseparables compañeros de viaje capaces de adquirir, incluso, una entidad comparable a la de aquel que les dio vida.

Es lo que le ha ocurrido al diario de letizia ortiz, algo que empezó simplemente una manera de llamar la atención buscando el morbo fácil, ayudado por las circunstancias, y que parecía destinado a ser recluido en su propio juego, se ha convertido en ese "santo grial" que buscan afanosamente casi todos los frustrados autores de blogs: que su bitácora transcienda más allá del hermético circulo de aduladores en el que se mueven.

Así, lo que en principio pudo ser una historia singular se convierte en la primera de una serie, y, en contra de lo previsto, el personaje prolonga su vida y sus andanzas más allá de su periplo inicial, a lo largo de un número indefinido y en ocasiones abultado de episodios. Si normalmente el personaje está al servicio de la narración, aquí la regla se invierte y la fuerza de dicho personaje llega a exigir la creación de narraciones que se pongan a su servicio engendrando nuevas historias.

Lo interesante hoy no es el contenido del "diario" que no deja de ser simplista y algo bobalicón, sino los mecanismos que hacen que existan personajes que nos contentamos con ver o leer una vez y otros que sin embargo nos invitan a pedir más, mecanismos en los que puede suponerse que actúan factores de simpatía, de identificación, o simplemente, como es el caso, de tener una idea oportuna en el momento oportuno y en el sitio más adecuado.

Posiblemente uno de los secretos del éxito, tan fácil y, a la vez, tan difícil.