Nos cuentan que...

Haciendo gala de esa legendaria delicadeza, santo y seña de “la casa” desde su fundación, algunos miembros de “la comunidad” a los que su inmensa modestia hace firmar como “anónimo”, han tenido a bien cursar invitaciones, tres hasta ahora, para que este humilde admirador de tan excelso club, se una a ellos en la reunión que llevarán a cabo este fin de semana.

El detalle ha llegado hasta tal punto que uno de los correos está completamente personalizado, tomándose su autor la molestia de establecer un cierto paralelismo entre mi presencia en dicha reunión y una posible ausencia de ciertos órganos testiculares en mi humilde persona.

Naturalmente que me gustaría y es para mi una verdadera contrariedad tener que declinar tan trascendental invitación, pero son dos los motivos que me llevan a tomar tan dolorosa decisión:

Por un lado está mi conocida cobardía, algo demostrado durante estos meses al ser el único que tiene una bitácora firmada por un nick que no es su verdadero nombre, algo que, por supuesto, nadie más realiza y que me descalifica completamente.

Aunque si estoy en condiciones de afirmar, comprobable por una simple mirada, que esto de pasar por desconocido no tiene nada que ver con la presencia o ausencia de los órganos anteriormente mencionados, si acaso con el tamaño, -reconozco que cuando hace frío apenas se distinguen, pero no con una ausencia total de los mismos, comprobado.

La otra razón, mucho más importante, es debida a mi completa inutilidad para autoprovocarme una “ubicuidad inversa”, quizá con el tiempo lo logre, pero por ahora soy incapaz de estar como dos personas distintas en un mismo sitio.

Torpe que es uno. ¡Cuánto me queda por aprender de mis “maestros”!

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