Alto y claro o como todavía se puede creer en la ilusión

En estos tiempos en los que, como todo el mundo sabe, los documentales de animales apenas sirven para acompañar la siesta, los "paparazzi" se agolpan ante la puerta de cualquier desgraciado que haya alquilado su alma al diablo de los montajes, y la máxima aspiración periodística sea entrevistar a una "extraña" con nombre de fruta, que casi se mata dando saltos por ganar uno de esos concursos clónicos de telerrealidad, reconforta ver que las nuevas generaciones de periodistas, o algunos de ellos, tienen más aspiraciones que hacer cámaras ocultas demostrando que la silicona de la yolaberrocal es de un todo a 100.

Son pocos los post publicados hasta ahora como para sacar una conclusión demasiado positiva, pero hay que reconocer que está bitácora puede, si deja un poco al margen ese aire de autocomplaciencia -ni es el único, ni el más solidario, ni el más listo, ni el más "mejor", como deja entrever línea si y línea también-, convertirse en cierto referente a la hora de buscar puntos de vista alternativos a la realidad oficial.

Habrá que esperar, sin perderla de vista, algunos post más que confirmen o desmientan esa tendencia, no sería este un mal camino para que los blogs que intentan hacer "información", empezaran a romper esquemas, saltándose la censura, con o sin auto, y fueran más allá de repetir como loros todo aquello que diez minutos antes han leído en el periódico de turno y que no suelen ir más allá de algún anecdótico "manda huevos" y de las cuatro tonterías de ministras floreros, intentando, después de ocho horas de maquillaje y perifollos, demostrar sus delirios de grandeza, haciendo de una anécdota, la noticia del año.


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