La opinión alternativa o como las bitácoras también pueden llegar a cumplir esa función social de hacer que cualquier aspirante a político frustrado (y valga la redundancia), se pueda sentir importante cinco minutos al día desplegando su más que repetitiva demagogia mitinera, a remolque de las noticias de los demás sobre el asunto de turno, (que para eso a los que "opinamos" en los weblogs no hay tema que se nos resista, sabemos de todo, todo y todo).

No nos descubre nada nuevo; sólo los felices habitantes del limbo ignoran que los "sagrados" medios de comunicación tienen detrás, en el medio y por delante grupos de poder y dueños, y consecuentemente defienden sus intereses, legítimos o bastardos, hasta límites abusivos.

Además, es de lo más humano buscar refugio, fuerza, solidaridad e identificación en opiniones y editoriales que se acerquen a los que pensamos o sentimos.

Hasta aquí normal, pero perder los papeles de la forma en que lo hace este blog-libelo autotitulado como "opinión alternativa" a costa de deformar la realidad, de admitir exclusivamente que las cosas son blancas o negras y de jugar a la borreguil estrategia de establecer automáticamente "buenos" y "malos", produce, cuanto menos, sonrojo.

Su impunidad a la hora de vocear consignas, su asfixiante ortodoxia, su desprecio hacia los matices y su desvergonzante sectarismo a la hora de "opinar" sobre algo tan complejo como es la realidad, convierte a esta patética bitácora en un bochornoso ejercicio de simpleza absoluta.

No logré pasar de la primera pantalla, lo reconozco, eso de empeñarse en vender la moto convenciéndome de que sólo puedes optar entre la encarnación terrenal que han adoptado dios o satanás, no va con mis habituales masturbaciones mentales, siempre tan a la defensiva ante esta hornada de nuevos "iluminados mesiánicos" que hablan en plural y proclaman "la" verdad absoluta con un discurso tan tópico y previsible como aburrido.

Me estaré volviendo viejo.


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