El negocio de la libertad o como hacer el ridículo por querer ser más papista que el papa

La divertida anécdota la contaban hace unos días nuestros compañeros (-por cierto, algúna borjamari desde hace muy poco tiempo más compañera "mundial", !enhorabuena!-), en las páginas del diario "el mundo".

"En los primeros días de la temporada navideña, esperanza aguirre presidenta de la comunidad de madrid, inauguró un espléndido belén en la casa de correos de la puerta del sol, donde tiene su despacho.

Tras examinar con detalle el belén, felicitó calurosamente a los responsables de su montaje, aunque matizó que quizá le faltaba una cosa: "la bandera".

Los funcionarios, celosos de su labor, corrieron a comprar varios metros de bandera española para forrar la mesa en la que estaba instalado el nacimiento.

Cual no sería su sorpresa cuando al día siguiente la misma presidenta pasó al lado del belén y preguntó por la razón de tan patriótico tapiz.

Los interpelados estuvieron a punto de sucumbir al desaliento, hasta que aguirre les aclaró que lo que había echado en falta no era la bandera, sino "la lavandera" que se suele poner en todos los nacimientos que llevan ríos y puentes incorporados. Como era el caso."


La historia, que no deja de ser una hablilla sin mayor trascendencia, puede ilustrar a la perfección la risible situación en la que se sumergen algunas bitácoras, especialmente las autoconsideradas "políticas" (-sin importar su tendencia, que para eso y en según en que cosas, la estupidez no parece diferenciar entre el rojo y el azul) y que, en un contínuo intento por intentar agradar a sus mayores, acaban confundiendo el culo con las témporas.

Al menos como felpudos siempre tendrán su encanto.


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