La bitácora indescriptible o un toque de canela.
Cuentan en las tertulias de cómicos y gente de malvivir que gracita morales tuvo un éxito arrollador en una de sus funciones y, cuando llegaba al teatro, miraba desde las cortinas, veía el patio de butacas lleno y gritaba: "ya están aquí otra vez estos hijos de puta".
Contra esos blogs cursis, pedantes, oficiales, con polilla en el terciopelo, existen otras bitácoras más arriesgadas, más anárquicas, más "de calle", con ritmo y provocación, tan difíciles de encontrar como ignoradas por los circuitos habituales del ombligismo y buen rollo.
Una buena muestra es esta "bitácora indescriptible" divertido panfleto anárquico que, con el cine como columna vertebral, lanza inteligentes miradas por el arriesgado territorio de la imaginación y lo hace sin caer en el ridículo, manteniendo un tono de descreimiento y de ironía que constituye su esencia, sin necesidad de efectos especiales o de sangre.
No hay más misterio, buena elección de los temas, cierta verbalidad ingeniosa entre arrabalera y refinada, un poco de mala leche y un buen ritmo, acaban haciendo de esta divertida bitácora, todo un indescriptible descubrimiento.
Cuentan en las tertulias de cómicos y gente de malvivir que gracita morales tuvo un éxito arrollador en una de sus funciones y, cuando llegaba al teatro, miraba desde las cortinas, veía el patio de butacas lleno y gritaba: "ya están aquí otra vez estos hijos de puta".
Contra esos blogs cursis, pedantes, oficiales, con polilla en el terciopelo, existen otras bitácoras más arriesgadas, más anárquicas, más "de calle", con ritmo y provocación, tan difíciles de encontrar como ignoradas por los circuitos habituales del ombligismo y buen rollo.
Una buena muestra es esta "bitácora indescriptible" divertido panfleto anárquico que, con el cine como columna vertebral, lanza inteligentes miradas por el arriesgado territorio de la imaginación y lo hace sin caer en el ridículo, manteniendo un tono de descreimiento y de ironía que constituye su esencia, sin necesidad de efectos especiales o de sangre.
No hay más misterio, buena elección de los temas, cierta verbalidad ingeniosa entre arrabalera y refinada, un poco de mala leche y un buen ritmo, acaban haciendo de esta divertida bitácora, todo un indescriptible descubrimiento.
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