Fabián o la "enseñanza" (es un decir) liofilizada
A pesar de todo el despliegue de transformaciones, (transformaciones que casi llegan a periclitar el modelo decimonónico de la enseñanza hasta ahora vigente), producidas con la llegada de internet, la penetración de las redes telématicas y su aplicación para uso formativo (que en teoría proporcionan esquemas mucho más flexibles de aprendizaje), parece que hay quien no acaba de enterarse que cuando se habla de "informática", la cosa va más allá que saber manejar el pc y unos cuantos programas escasamente adaptados a las necesidades de un aula.
Esta idea, que pudo ser cierta hace veinte años, hoy es tan inexacta como pensar que por manejar una podadora ya se puede construir un jardín, sin tener en cuenta que para ello necesitamos tener conocimientos, por ejemplo, del clima, de edafología y de otras muchas disciplinas.
Cuando uno no sabe suele ser mejor experimentar con gaseosa en vez de lanzarse a crear un "blog" con la disculpa de enseñar a sus alumnos convirtiendolo, encima, en un patio de vecindad para contar las cuitas de una
"niña argentina" que no puede dejar de mirar su correo (en una postura perdonavidas comprensivo completamente desfasada) o "
catalogar" oficialmente a algunos de sus alumnos como "
de trabajo regular" por mirar sólo la primera página de resultados cuando abren google.
Debería tener más cuidado a la hora de chismorrear sobre ciertos temas, al menos cuando lo hace tan "publicamente".
El autor en plena efusión de entusiasmo, no se sabe muy bien si poseído por el espíritu de
lou grant o por el de
megan carter, (aquella reportera que encarnaba
sally field en "
ausencia de malicia"), no acaba de enterarse muy bien de qué va esto y más que un "
ejercicio educativo" convierte su bitácora en un trabajo actoral más digno de una
tv-movie de saldo de sobremesa que de la confianza del, por naturaleza, desconfiado alumnado.
Las nuevas tecnologías que sustentan el desarrollo de la sociedad de la información siguen y seguirán evolucionando rápidamente, los avances que se registran en las comunicaciones y su aplicación en el ámbito educativo abren posibilidades y aplicaciones tan nuevas como apasionantes, pero que tienen que ver bastante poco con
rancias y añejas bitácoras de ciertos maestros con pretensiones de gallinas ponedoras de pollitos mediáticos a los que mimar, acariciar y sobreproteger.