La huella digital o mamá quiero ser periodista, chahi que sí.
Hay días en los que, a causa de la sobredosis de cantidad, es difícil, muy difícil, elegir alguna bitácora a la que poner a caldo.
La competencia es feroz.
Incluso aprovisionado de
valium resulta complicado no toparse con un truño detrás de otro durante páginas y páginas hasta acabar como un boxeador sonado, dando tumbos y con unas irreprimibles ganas de apagar la pantalla y dedicarse a sexar pollos.
Y si resulta difícil pasarse entre
pre-yogurines mentales contando en formato
sms y con todo lujo de detalles su
superdepresión megafashion de las tres y cuarto, acercarse a algunos de los,
supuestamente, blogs,
pretendidamente periodistas, escritos,
pretendidamente, por,
supuestamente, periodistas, puede acabar hasta con la paciencia de job.
"La huella digital" es un buen ejemplo de esa pléyade de presuntos informantes lanzados a montar infumables páginas usando el mismo sistema: un
corta/pega del trabajo ajeno que escupen a velocidad de ametralladora, una pacotilla de datos desmenuzados servidos con una apariencia de veracidad (o eso cree) y ensartados sin orden ni concierto.
No deja de resultar curioso que su autor se atreva a subtitular (a gritos) su bitácora como
"reflexiones sobre la actualidad y la comunicación", cuando sus post son una constante munición pirotécnica de citas traspilladas, de información desordenada y caótica, un almacén de frases, datos y otros exhibicionismos facilones recolectados es sus navegaciones y saqueos por internet.
Es una verdadera pena que no sea más nimio con sus opiniones, que sin duda prometen; Las pocas aportaciones propias que pueden leerse, (verdaderas joyas de la obviedad, -impagable, por pasmosa, esa en la que usando su fino, a la par que elegante, análisis de la situación afirma: "
la tarea de dialogar con terroristas es sumamente compleja"-), harían de este blog un estupendo ejercicio de introspección humorística.
También es verdad que quizá ese sea el verdadero milagro de los blogs, su capacidad para convertir a gente sin nada que decir, que aportar, que enseñar, en gurús de una falsa modernidad periodística y, además de "
creérselo" ellos, aprovechar el deslumbramiento bobalicón que todavía supone para algunas personas leer algo que aparece como "publicado".
Lo peor, sin duda, que acabemos metiendo en el mismo saco a gente que desarrolla -con los mismos medios- una modesta pero excelente labor periodística ("opinión" incluida) -que haberlos "haylos" (por ahí andan arcadi o enrique dans)- y semejantes
simplezas, algo que ya pasó con los "confidenciales" y que, por desgracia, parece que está empezando a pasar en los blogs.