El Llibreter o como abusar de calidad para dejar en evidencia egos mediocres

Hablar de el llibreter a estas alturas debería de sonar a perogrullo.

Pero nuestros prebostes "oficialistas", esos que pierden el culo con cualquier cosa que "suene" (les basta con el "suene") a conocido y que siguen distraídos en lamer las puritanas ampollas de sus ombligos, aún no se han percatado de su existencia, ahorrándonos, por ahora al menos, la habitual catarata de oficiosidades entusiastas, (a las que suceden las pérfidas untuosas lisonjas y, no mucho después, las puñaladas) con que nos tienen acostumbrados cuando algún "personaje" con cierta repercusión mediática, sea del ámbito que sea, se embarca en un blog.

No habría que agitar las aguas, pero si hoy lo saco a colación es por ese ego alucinado y alucinante que desde el llibreter nos regala generosamente a todos los que, de una manera u otra, hemos aprendido y bebido de sus gestos, sus palabras y sus manotazos. Sería injusto que pasara tan desapercibido.

Lejos de contar "tecnológicas" novedades ("... yo lo dije antes que tú andaaa chinchaté y tengo un tío policía") y a años luz de las habituales tanganas concursiles de patio de colégio de educación especial, el llibreter es una especie de garganta profunda que traga y regurgita la porquería del mundo actual. Muchas veces he pensado cómo habrá hecho para sobrevivir a tantos desperdicios malolientes. ¡Qué digo sobrevivir!, a utilizar los detritus ajenos como armas arrojadizas de largo alcance y gran calado, moviéndose por el penoso panorama, subvencionado y oficial hasta el vómito, de una parte de la escritura catalana: la escrita en catalán.

Leyéndolo se puede sentir esa extraña forma de hacer de la literatura un camino hacia el infierno, para que todos sepamos de qué va la cosa y no tengamos el pecado de la humildad, tan falsa ella, tan improbable. Se puede sentir el temblor en sus dedos al soltar la frase lapidaria, y esa flecha inteligente que se ha clavado en los lectores para alterar sentidos adormilados.

Blog "dificil" que se convierte en un gratificante "oasis", en todo un remanso de calidad. Y más cuando uno recala aquí después de una maratoniana sesión por la blog-estulticia imperante-inoperante en la que habitualmente hay que "navegar" cuando de bitácoras se trata.


Calificación:

Borjamari | Otras opiniones | # | xml



Borjamari