La letra sin sangre entra o como de "garabatear" a "escriturar" hay un trecho
La pedantería de salón, de verba pastosa y obra multidisclipinar, empeñada en confundir la vanguardia con una chirigota culterana, está floreciendo a la sombra de los blogs con facilidad pasmosa
Esta "
joya" titulada "
la letra sin sangre entra" se posiciona, sin ambigüedades, en el perfectamente delimitado y reconocible punto fijo de la gilipollez creativa: un estilo atildado, melindroso y resabiado que cultiva, en cada post, la parsimonia del pijerio más autocoplaciente desde el siempre agradecido sentimentalismo pseudoliterario protestón.
Francisco herrera, encantado de haberse conocido a través de una bitácora, demuestra poseer una opinión de sí mismo equiparable a la suma de
hitchcock, welles, bradbury y
serling, más un
plus de narcisismo personal e intransferible que suele adornar con frecuentes escapadas discursivas en dirección al "
ego", a medio camino entre el consultorio sentimental del
"pronto" y una barroca y desfasada monserga psicológica.
A pesar de sus ínfulas, lo único que acaba garabateando es una sucesión de ronroneos
marisabidillos sacados de una tertulia fósil en blanco y negro (pura reformulación del tedioso arte del
cine-forum), adensados, además, con patéticos mensajes de estilo canónico matriz bien combinados con una buena dosis de caspa
hardboiled del tradicional
outsider,
tannnn desencantado (siempre que nadie le haga caso) del pérfido
mundomundial literario.
En fin, un blog con pretensiones de
kitch cultureta de un supuesto atisbo de escritor
clown que, como tantos otros, se ha reformulado en un sobreexcitado bitacorero y cuyo blog se sustenta, (aparte de las habituales autoalabanzas) en unos pretendidos comentarios literarios, unos comentarios tan llenos de ruido y vanidad que apenas pasan de ser caricaturas con menos registros que el
tetris de la
gameboy.
Una bitácora que resulta tan cursi, pretenciosa, creída y poco original como al final ha resultado
este post.