Showroom: la solidez

Además de ganarse el respeto y el crédito de una gran parte de la comunidad bitacoril, (por un "buenhacer" que hoy por hoy pocos ponen en duda -comentaristas "tocapelotas" aparte-) la coctelera empezó siendo el refugio de un escaso pero muy característico grupo de blogs (de "literarias" tendencias), y que lograron hacer de la "calidad" una constante.

Una de sus firmas "originales", showroom, aunque no llegó nunca al nivel de sus compañeros, siempre destacó -y en ello sigue- por la personal forma de contar un mundo, el suyo, usando una sutil combinación de brusca realidad y lo que los románticos alemanes llamaban la "realidad segunda" o mundo mental de los sueños y la imaginación.

Su autora va reinventando datos, matizando testimonios, mezclando historias hasta lograr una bitácora abarrotada de acontecimientos tan parcos que apenas superan el curso de la narración. Un reflejo (algo suicida para quien aspira a ser leído) de la voluntad de la misma en hacer un discurso demasiado intimista, que, empero, se queda en una proeza hueca, "proeza" que por su calidad literaria, merecería mejores logros.

Sin embargo sería pecar de injusto no destacar más sus valores.

Cualquier observado ingenuo (o contaminado por los discursos jeremíacos) llegará a una conclusión de conjunto: showroom es una buena bitácora, solvente, y en la que si algo que sorprende es en su afilada capacidad para retratar situaciones cotidianas sin perder la clave del humor. Una bitácora contemplativa que demuestra originalidad y la capacidad suficiente para convertir los malos sueños de su autora, producto de alguna indigestión inimaginable, en autentico material bloguero, lleno de ingenio, novedad y sutileza

Tampoco descubro nada nuevo.


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