Para que vamos a engañarnos... hasta la bollería industrial tiene sus excepciones

Los boboblogs tienen su público, están bien para el que le guste. Un gran número de sus consumidores lo saben, y asumen la trampa aún conociendo que la realidad sea otra: a ciertas edades la mayoría no tiene sofás de ikea ni pasa a saludar a la peña por los bares de diseño, sino que más bien merienda sobaosmartínez, bebe litrona de botellón descampado y a la fuerza hace maravillas con cien durillos o lo que sea eso en euros.

Seamos sinceros de una vez por todas, la mayoría de ellos no tienen ni puñetera idea de lo que es un blog (ni falta que le hace) ni, desde luego, pierde el tiempo encerrado en su habitación escribiendo y ¡publicando! una prosapoeticametafísica que chirriaría hasta en la puerta de un retrete de facultad. Así nos luce el pelo.

Domin, un recién "veinteañero" estudiando en madrid posee, sin que tampoco tengamos que tirar cohetes por el descubrimiento (en el reino de los ciegos el tuerto es el rey) la suficiente habilidad para escribir "realidad", para reivindicar esa clonación estética que da la edad, para rescatar la mediocridad del pringao como usted y como yo, enamorado de la más guapa de la clase, precisamente la única que puede convertir nuestra vida detrás de ella en un infierno inalcanzable y que nos hará perder, además de la cabeza, 30 euros en milagrosos consejos para conseguirla.

La naturalidad desborda este blog cachondo y realista, a cien años luz de tanto boboblog hortera metatrascendental que nos invade y lleno de verdades para ser contadas en una sala de billares a la hora de los novillos.



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