Nos cuentan que..
... hace algún tiempo, un profesor de la universidad de columbia, duncan j. watts, trató de demostrar, utilizando los instrumentos que proporciona internet, una vieja teoría (basada en las tesis de los seis grados de separación que ya había formulado en 1967 el psicólogo stanley milgram) que asegura que a través de una serie de seis contactos sucesivos, seis, toda la humanidad podía estar relacionada entre sí, como en una gran cadena exponencial de círculos concéntricos.
Los blogs, sin tanto método y por la calle de en medio, están haciendo buena la tesis de milgram: todo escritor de bitácoras (o casi) es susceptible de haber tenido relación con algún otro escritor de blogs que a su vez entra en relación con el primero, dando como resultado un círculo cerrado dónde la retroalimentación acaba siendo la única forma de que te lean los mismos que tu lees.
Triste para "algo" que pretende ser "la nueva forma de comunicación que cambiará la sociedad y bla, bla, bla, bla, bla, bla". Pero la ciencia está para las duras y para las maduras.
Y más para todos aquellos gurus que desde hace unas semanas se empeñan en jalear la "influencia" y el "futuro", ¡incluso como negocio! de los blogs, algo que, al menos por ahora y por más que nos moleste, no es más que un pasatiempo como otro cualquiera con el que desplegar el ego, y al que nadie fuera del círculo, salvo el pintoresco artículo de rigor para rellenar espacio, presta la más mínima atención.
Confundir la realidad con el deseo es muy malo.
Pero claro, los efectos colaterales de preferir pasarse las horas muertas delante de un ordenador en vez de aprovechar el mundo exterior (algo raro, raro, raro, y que, aunque parezca increíble, ¡existe!) o elegir "conversar" con nicks desde un teclado en vez de hablar con los amigos cara a cara, tienen que acabar pasando factura.
Que me lo pregunten a mí.