Nos cuentan que...
... la dramatizada y artificial polémica montada por algún aficionado perdiguero (y continuada pomposamente por los –presuntamente- agraviados que sin perder un minuto se metieron en su papel de damiselas ofendidas encantados de la vida) que vio en el anecdótico tema del 9rules una oportunidad para hacer ruido y llamar la atención (algo que por méritos propios y viendo la “calidad de su obra” no hubiera conseguido de ninguna otra forma) deja en evidencia, una vez más, la situación de patio de colegio -versión preescolar- en la que se encuentra el micromundoblog.
Y tú más.
Es curioso que la gente que se toma en serio esto de los weblogs, que por muy creído que alguno se lo tenga no es más que un juego sin la más mínima repercusión fuera de un círculo muy concreto -incluso dentro de él no pasa de ser un conjunto de anécdotas- ve cualquier texto que le beneficia como una verdad absoluta y en cambio, cuando aparece la más mínima crítica, el mismo texto se convierte en una ofensivo, agraviante y apologético post en el que se han perdido las formas y, por lo tanto la razón.
Siempre para quien cuenta algo es estimulante comprobar que no deja indiferente a quien lo lee, pero suscitar reacciones tan airadas por unas cuantas palabras, por muy provocativamente que estas sean, resulta acaso un éxito excesivo en el empeño de impresionar o alterar conciencias, algo que es precisamente lo que el "criticado" nunca desea, y que es, precisamente, lo que provoca.
Un poco más de sentido del humor, un poco más de indiferencia ante las opiniones ajenas -que pueden o no tener razón, para eso ésta siempre es relativa- es quizá la mejor defensa ante cualquier "ataque". Cada vez más juzgamos lo que tenemos delante a partir de nuestros rígidos apriorismos, y aquello que no los satisface plenamente lo desdeñamos, mientras nos enfurecemos con quien lo dice.
Parece que se deteriora nuestra capacidad de captar matices. Al fin y al cabo esto es un juego y como tal hay que aceptarlo, relativizar las situaciones ayuda mucho a darse cuenta de cómo hay "cuentos de la lechera" que solo existen en nuestro pequeña cabecita y que por más que nos empeñemos, al resto del mundo les importa un carajo.
Hay que divertirse, eso es lo principal.¿Qué tal si nos relajamos un poco?