El alquimista o "in póculis": "latinismo de uso entre bebedores, en alusión a lo que se dice, comenta o hace entre copa y copa bajo los efectos de los licores que desatan la lengua y desinhiben al hablante."
Fascinación, esa es la palabra, fascinación. Lo reconozco, todo lo que tenga que ver con el esoterismo me resulta, como poco, fascinante.
Y no por credulidad, que todavía no tengo yo los
chakras para esos ruidos, sino por la extraña especie de sugestión que me produce el tema, la misma que me causa leer que el
20minutos de mis entretelas ha perdido casi siete millones de euros (ayyyyyy ¿habrá para pagar el suntuoso premio bitacorero no?.. señor, señor, después de lo que hemos hecho por ellos...), comprobar la
cara de estreñimiento de los
cobardesgallinascapitandelassardinas de la revista de humor (o al menos lo era)
eljueves, (a los que el primer macarra que llega convierte en acojonados asustadizos llorones de rincón) o sentarme a ver alguna película de la serie
z de
ed wood: una absorbente espiritualidad cósmica aunque, y ese es mi drama, ésta esté más cerca de la hilaridad que de algún cumplimiento existencial de reprocidades kármicas. ¿Será el tai-chi?
Un efecto secundario (otro más), producido por mi torpeza al haber pisado uno de los
siete rayos universales en la clase de
biodanza aplicada al
reike emocional a la que me apunté la semana pasada, oiga usted.
Pero cuanto más desquiciadas sean las paparruchas esotéricas, cuanto más aderezadas estén las mentecateces numéricas con las que nos "
obsequia" de elementos conspiratorios o rocambolescos, cuantos más alienígenas construyan pirámides y cuantos más iluminados abducidos para fornicar con el extraterrestre de turno, pues mucho mejor.
El
alquimista es todo un "
descubrimiento", el vivo ejemplo del esoterismo pachanguero: tono serio y circunspecto del autor, aportación de "
datos" presuntamente históricos, y mucha, mucha literatura barata
pseudopiscológica, (por cierto, ¿cual será la diferencia entre
sicología y
peudosicología) para darse pisto y poder tapar las engañifas que supone decir palabras grandilocuentes durante todo el rato sin expresar nada. Al menos nada con un mínimo sentido común (algo en lo que, por cierto,
borjamari, su seguro servidor, es todo un experto)
Una empanada mental al uso de quien, con impávido aplomo y sin rebozo alguno, nos cuenta sus "
revelaciones" mostrando una y otra vez su cara hormigón armado. A la foto me remito. De todas formas (y por si acaso -siempre es más práctico ponerle una vela a dios y otra al diablo-), desde aquí, publica y solemnemente, prometo tragarme todas las palabras anteriores -una por una y a pelo- si en vez de contarnos inútiles sandeces sobre lo
inescrutable que resulta el día
22 o lo
ascéticos y
sensuales que son los
16 nos informa, sin perder esa inconsistente verborrea adjetival que tanto le caracteriza, de los números que saldrán en la
bonoloto, la
once y/o la
primitiva, algo por lo que le estaríamos eternamente agradecidos. Mientras tanto ver si dejamos de hacer un poco el ridículo que ya somos muy mayores.