Melancolía o el ataque de la catarsis adolescente

La crisis de la edad, una de las muchas patrañas de imaginario colectivo, no existe. Al menos no existe en términos absolutos. Sin embargo resulta fácil comprobar cómo lindando ciertas edades, (edades que curiosamente suelen coincidir con alguna "mágica" terminada en cero -año arriba, año abajo-) uno se topa con determinadas personas de talante muy sensato en su vida de civil, capaces de liarse la manta a la cabeza, ponerse a garabatear un blog y acometer, sin el menor rubor, los más impensables desatinos.

Hombres y mujeres de cabeza bien amueblada que, de la noche a la mañana, comienzan a comportarse como virtuales adolescentes.

Hasta ahora, este absurdo proceder acababa generando considerable dosis de padecimiento emocional a los propios afectados y, sobre todo, a sus allegados, o sea, a los que le rodeaban, que en definitiva eran los únicos que acababan comiéndose el marrón.

Ahora, además, con esto de poder unir letras públicamente, uno puede dar tranquilamente la barrila a los incautos lectores que llegan de forma inocente hasta semejantes absurdos (generalmente sin haberlo pedido atraídos por la todopoderosa megafonía google) y a los que, sin previo aviso, se les puede causar, como en este caso, serias lesiones cerebrales.

Cualquier cosa será mejor que ponerse a torturar al prójimo con semejantes, engreídos y huecos embebecimientos mentales. Y sí, por muy increíble que pueda parecer y por muy empeñada que esté ella en demostrar lo contrario con sus mensajes, la señorita "autora" del bodrio confiesa tener treinta y uno. Ahí queda eso.

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