La vida es cruel, y a veces, paradójica. Mi 1,51 de estatura, mi obesidad galopante, ese molesto hirsutismo del labio superior que me tiene todo el día conviviendo con la
epilady, mi idiosincrasia melodramática acompañada de expectoraciones (sí, expectoro, es un poco
gore la confesión pero es una manifestación fisiológica que uno debe aceptar) y los otros doce problemas físicos crónicos que padezco, parece que no son suficientes: ahora resulta que además de ser adicto a las cremas nutritivas, a las latas de berberechos y al
tomate (
jorgejavierforever), soy adicto a los
blogs. Fíjate qué cosas.
¿Acabaré con una sobredosis de blogs encadenado a un árbol gritando
"no a los parquímetros"? ¿Tendré palpitaciones en el
pubococigeo durante la fase de abstinencia? ¿Acabaré sufriendo la violencia carcelaria condenado a quince años y un día por contrabando de bitácoras? ¿Seré aún recuperable para la sociedad? Qué miedo.
The first step is admitting you have a problem: pues !hala! lo admito, lo admito.
Los blogs, ojo cómo son.