Un brindis por la europa de la ilustración

Toda la edad moderna se cifra en cuatro nombres. Hay una corriente de libertad que nace en erasmo y cuaja en rousseau. Hay una doctrina de la autoridad que surge en maquiavelo y culmina en nietzsche. De la primera nace la revolución francesa, que fecunda todo el ochocientos; de la segunda parten todos los alegatos a favor de una autoridad violenta por la que labran carlyle, sorel y el propio nietzsche. Lo decisivo es que esta segunda actitud llega a injertarse en la primera de tal forma que transforma la segunda gran revolución -la rusa- en un movimiento de fuerza, en una sangrienta dictadura que costó varios lustros superar.
"El derecho a la libertad de expresión es irrenunciable e incluye el derecho a equivocarse y ofender". "El debate, la sátira, el humor y la expresión artística deben disfrutar de un alto grado de libertad de expresión y el recurso a la exageración no ha de ser visto como una provocación".
Ahora parece que les toca ejercer de mordaza, también, a las religiones. Ambas, religiones y revoluciones, conocen la repulsa de la inteligencia. Por eso procuran halagarla con fariseísmos devotos, unas veces, montando sobre la sangre andamiajes de fervor cultural y religioso que oculten el horror o la muerte; otras, reconociendo a los intelectuales y teólogos de distinto pelaje como padres espirituales de los actos revolucionarios y morales. Unas carantoñas que no son siempre eficaces para sus intenciones y acaban por sacarles su verdadera cara: usar el miedo y la violencia para amordazar a los que no piensan como ellos. Fascismo de manual. Los extremos se tocan.
"No puede haber una sociedad democrática sin el derecho fundamental a la libertad de expresión y ésta incluye el debate abierto sobre la religión y las creencias".
Por eso subscribimos desde aquí (en plural) de la manera más feroz, vehemente y entusiasta de la que somos capaces, el brindis por la europa de la ilustración que proclama el maestro LuisAlfonsoGámez, reivindicando también ese espíritu -salvando naturalmente las infinitas distancias- para las bitácoras.

Ojalá (una hermosa palabra que une a dos religiones: el deseo judeocristiano de un anhelo casi imposible de realizar que sólo dios puede conceder a partir de una expresión árabe, "in xa alah") no se quede en simple papel mojado. Por desgracia, lleva todas las papeletas.

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