Llevaba en la cabeza
una lechera el cántaro al mercado.
Marchaba sola la infeliz lechera,
y decía entre sí de esta manera:
-Esta leche vendida,
en límpio me dará tanto dinero;
y con esta partida,
un canasto de huevos comprar quiero,
para sacar cien pollos, que al estío
me rodeen cantando el pío, pío...
Con este pensamiento
enajenada, brinca, de manera
que a un salto violento
el cántaro cayó. !Pobre lechera!
!Qué compasión! !Adios leche, dinero
huevos, pollón, lechón, vaca y ternero!
!Oh, loca fantasía,
que palacios fabricas al viento!
Modera tu alegría,
no sea que saltando de contento,
al contemplar dichosa tu mudanza
quiebre tu cantarillo la esperanza.
Borjamari