Cediendo a mi descrédito anhelante,
la mesticia que tengo me defrauda,
y aunque el favor lacónico me aplauda,
preces indico al celestial turbante.
Ostento al móvil un mentido Atlante,
húrtome al Lete en la corrida rauda,
y al candor de mi sol, eclipse en cauda,
ajando voy mi vida naufragante.
Afecto aplauso de mi intenso agravio
en mi valor brillante, aunque tremendo,
libando intercalar gémino labio
¿entiendes, Fabio, lo que voy diciendo?
- Y cómo si lo entiendo. -Mientes fabio;
que soy yo quien lo digo y no lo entiendo.
Borjamari