Diario de poesía Grotesco: degeneración o exageración de lo feo que da en lo burdo y extravagante

Intento mirar diario de poesía sin pensar en mis viejos maestros describiéndome los elementos esenciales que distinguen los versos en castellano: la rima, la cesura, el acento y el número de las silabas. Ninguno de ellos es respetado por el autor. Pero reconozco que siempre ha habido modernistas empeñados en tapar sus carencias inventándose extravagancias y me da por pensar que puedo ser yo el equivocado. Al fin y al cabo el versolibrismo también existe.

Pero no hay manera, es tal el cúmulo de despropósitos, unos por manoseados, otros por artísticamente inválidos, tal la acumulación de ridículos aumentando progresivamente en cada renglón, que la vergüenza ajena puede más que la curiosidad y me hace abandonar a las primeras de cambio.

Poesía puede hacerse con casi nada, pero a condición de que el autor haya manejado hábilmente la escasez de su material y lo haya revestido de adecuado ropaje. Lo que así pueda lograrse no será transcendente, ni falta que le hace -hablamos de blogs- pero puede ser divertido, atrayente, poético incluso. Y tener un valor. Lo de edgaraltamirano se queda, simplemente, en una manera pública de hacer el ridículo.

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