El cuaderno de apuntes: la condición orgánica de animales -mujeres y hombres incluidos- y plantas no es el género, sino el sexo .
De verdad, lo juro como que me llamo
borja-con "a"- mari, que sí, que me había propuesto ser bueno, que los años corren muy deprisa y no quería yo llegar a mis últimas horas viendo esa luz blanca al final del túnel con rabo y cuernos. Sabía que tampoco iba a poder tener alas o que se teorizara sobre mi
sexo, pero alguna pluma que otra si que me había hecho ilusión ¡
Jopelines! Sé que iba a ser difícil de cumplir, pero todo vale cuando se trata de intentar doblegar algo tan rebelde como la voluntad, y hasta me había provisto de todo tipo de ayudas, aún a costa de disparar el gasto farmacéutico en octubre dejándome mi modesto el sueldo en cajas de
orfidales que me ayudaran a cumplir mi ansiada meta.
Pero esta chica me ha destrozado cualquier aspiración divina, apenas ha dejado pasar un puente para machacar mi sueño. Uno, en su papel de bueno, pensó que aquello que estaba leyendo no era sino fruto de algún atracón de yogures caducados
bifido-activos-con-casioinmunitas, o de un efecto colateral de haber visto en algún
zap-zap-zaping a
boris disfrazado de
aida, o mucho más creíble, que todo no era más que una disquisición filosófica de una noche de despedida de soltera. A todos nos ha pasado, después de un par de copas y una visión panorámica de dos culos inalcanzables por medio convencionales (al menos de forma no material) nos da por garabatear soflamas y arengas a discreción sobre que la mujer sea lo que debe ser y no lo que los malvados hombres quieren que sean.
Pero parece que la cosa no es pasajera. Aquieta y mucho comprobar que no todos los
tontos del haba son machistas
jurásicos de sexo masculino, (repetimos: la condición orgánica de animales -mujeres y hombres incluidos- y plantas no es el género, sino el sexo), que semejante condición no entiende del mismo. Leyendo a tan avanzada discípula vomitando tanta y tan cutre demagogia -presuntamente- feminista, uno- o una- se da cuenta del ridículo que resulta el inestimable aire de superioridad que se gasta por el simple hecho de haber nacido mujer, una superioridad que utiliza cada vez que arremete contra sus generalizados enemigos a los que vilipendia simplemente por su condición de hombres. Una "
razón" suficiente para justificarlo todo. La misma
razón que usan siempre sus
enemigos. Casualidad.
El sexismo, en ambas direcciones es igual de perverso. Reflexiones tan estúpidas, machistas (sí, machistas) y generales son una imbecilidad que poco o nada benefician a la normalidad que todos aspiramos. Lo juro como que me llamo
borja-con "a"- mari, y no
borjo... aunque en este caso -y en casi todos- lo importante es la persona, no el sexo. O al menos debería. (H)
uy, (H)
uy, (H)
uy.