Nos cuentan que...

Cualquiera que sepa algo de esto sabrá que, entre las miles de bitácoras que cada día se actualizan, hay un buen número de ellas verdaderamente interesantes, vivas, sugestivas y de un importante nivel medio-alto. Y que, al menos teóricamente, por sus muy variadas características deberían llamar la atención de un considerable número de lectores.

Entonces, ¿cómo puede ser que con este panorama los blogs en español obtengan tan menguado número de visitantes? Un panorama en el que apenas unos cuantos tienen un número razonable de visitas, generalmente de sus "colegas", y no seamos capaz de atraer a ese lector potencial que pulula por internet sin rumbo.

Los autores de bitácoras en castellano debemos aceptar que algo falla, que algo muy decisivo falla en la imagen y en la comunicación de contenidos, anhelos y reivindicaciones de esta nueva forma de expresión.

Naturalmente lo más cómodo es mirar hacia otro lado, sobre todo cuando uno ya está instalado, es la mejor manera de evitarse problemas. Hay una vieja leyenda que circula por casi todas las facultades de periodismo y que, obviamente nadie ha podido demostrar, según la cual cualquier persona, tenga el nivel que tenga, después de tres meses de informarse por un único medio, pensará inevitablemente como dicho medio, dando por buena cualquier información que en el aparezca por muy absurda que sea. Es lo que tiene encerrarse.

Esta personalización trae como consecuencia la falta total de crítica, cualquier desacuerdo ajeno al círculo cerrado supone una ataque al conjunto, saben que pueden llevar razón y el miedo a perder una posición privilegiada les puede, y antes que aceptarla, enarbolan la disculpa de la "forma" como si lo principal no fuera un "fondo" con, al menos buena parte, de razón.

El final es una retroalimentación que cumple las expectativas más primarias de pertenencia y acogida a un grupo, pero que se antoja inviable en cuanto a esa visión global, imprescindible para avanzar.

Es más fácil y más demagógico decir que los críticos son unos hijos de puta envidiosos. Siempre ha dado resultado buscar un demonio en el que desviar la atención, pero, aún teniendo parte de razón, eso no resuelve nada. Hay que aceptar que la situación es la que es, hay que hacer severa autocrítica de las diversas formas con las que los que manejan los hilos de este cotarro se manifiestan ante sus lectores y, sobre todo, hay que poner remedio mediante las correcciones oportunas de los errores, que aunque algunos no se lo crean, existen.

Algo pasa. Algo pasa cuando la gente apenas lee los blogs y basta que unos propongan una idea para que los otros despotriquen con todas sus armas contra ella. Es más fácil buscar culpables. ¿Campañas?, ¿Manipulaciones ideológicas? Puede ser. Y posiblemente sea. Pero sería muy necesario tomar esos rasgos como datos de la realidad y enfrentarlos con actuaciones en positivo acordes con la magnitud del problema y no sólo con exabruptos y lamentaciones.

Unos pocos tiran del carro, otros muchos se suben a éste, pero siempre hay algún energúmeno que sólo sabe pulsar el freno. Todos sabemos como están las cosas, las divisiones, las envidias, los grupos cerrados y la inestimable ayuda de ese comprensible afán de protagonismo que tenemos todos -la vanidad es humana-, causan un profundo daño a algo que, no nos engañemos, no tiene ninguna influencia en la red.

No se trataría tanto de reconocer culpas como de reconocer mejor el mapa de la realidad, admitir errores -no es lo mismo que culpas- y emprender nuevas acciones que puedan cambiar el hostil viento que sopla de cara cuando tantas bitácoras interesantes se escriben cada día, tan poca gente las ve... y tantos enemigos, que encima presumen de serlo, tienen.

Ironía - expresar por medio de una aparente forma seria, un contenido burlesco. Se consigue mediante un especial matiz fónico o contextual, utilizado de modo que varíe el contenido semántico del texto serio.

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