Nos cuentan que...
... borjamari (servidor), mirón mal educado y bufonesco empeñado -con una obscena chulería- en la reprobable tarea de opinar de blogs ajenos subrayando los aspectos más pintorescos y grotescos de los mismos desde su bitácora, reconvertida en andamio para poder proferir las más impertinentes groserías sin reparar en ningún momento las consecuencias morales de su juego, sale hoy -¡por fin!- a la luz.
Borjamari (servidor), patético personaje, tonto útil con maneras de chulopiscinas que intenta proclamar una filosofía que le convierte en alumno aventajado del pensamiento eugenésico (uno de los más reprobables pilares ideológicos del pensamiento único), caracterizado por una absoluta falta de ética y un ego de dimensiones mastodónticas, como delatan, entre otras pruebas, ese continuo empeño en el que demuestra poseer una opinión de sí mismo equiparable a la suma de varios presidentes americanos juntos, más un plus de narcisismo en el que, poco menos se proclama sin rubor, inventor de un nuevo lenguaje y, si le apuran, creador y redentor de los mismísimos blogs, algo que asume con unos posts de textos cenitales, presencia omnisciente y benigna flexibilidad al grito de "soy una star superculta y superdescontextualizada que se pone de daviddelfin hasta la ausoniaconalas", sale hoy -28 de diciembre de 2006- ¡por fin! a la luz.
No se le pueden poner puertas al campo... ni a la traición. ¿Será el principio del fin para el borjamari?
La mala de la película: cornucopias novecentistas en formato blog
Lamaladelapelícula huele a viejo. A pesar de un llamativo diseño (no se podía esperar menos contando con el (casi) siempre apañado
toque "pixelydixel") y de unas historietas elegantemente contadas,
lamaladelapelícula huele a rancio. Todo está bien, pero tal vez
dios,
buda,
alá, mahoma o el mismísimo billywilder le ha concedido una mano demasiado espesa y le ha regalado una prosa entubada, con resonancias de bóveda, muy apta para plasmar cosas escritas en letra redondilla pero poco idónea para encajarlas en una pantalla de ordenador.
Sus relatos, trufados de frases lapidariamente cursis (y en cuestiones de frases rematadamente pedantes
borjamari sabe de lo que habla -aunque reconozco sentirme un humilde aprendiz al leer perlas del tipo "
satinada noche de farolas tuertas que parpadean e intermitentes aires que vuelan las flores") parecen los escritos de cualquier señorito de tirantes prematuros,
jurisconsulto fondón y aburrido, que pasa su tiempo garabateando relatos rodeado de armarios crujientes, hondos salones con tresillos isabelinos, consolas con espejos biselados y una gran biblioteca con un montón de volúmenes repletos de encuadernada filosofía perenne.
Unos relatos que, a buen seguro, hubieran triunfado hace un par de siglos entre los preclaros liberales de entonces, con su cultura refinada, su toque de modernidad sin dejar de ir a misa los domingos y su moralismo de infusión de té a la inglesa y hojaldres del
vienacapellanes, pero que en la bruñida época de los
tonos,
politonos,
sonitonos y demás pollinos
nanotecnológicos, no deja de ser una rancia y aburrida pieza de museo que apesta a formol.
El producto presenta, en su conjunto, una admirable coherencia. Incluso alguno de los relatos podrían ser serios aspirantes a ganar la mención especial de unos
juegos florales de primavera. Pero su autora se confunde completamente de escenario y, lo que es peor, de escaparate. Estamos en el siglo xxi y hasta el
talento necesita de una ración de
merchandising.
Lamerse el codo: las dos verdades del pastor
El lobo se abate sobre el ganado lanar, degüella siete ovejas y se permite el lujo de comerse sólo una. Este rito de supervivencia no deja de tener cierta belleza silvestre, si uno olvida la carnicería en sí. El predador cae de manera fulgurante desde la espesura del bosque, instala súbitamente la ráfaga de dientes en medio de la grey y entonces se produce una desbandada de largos balidos que aún excita más su mecanismo de destrucción y los jugos gástricos. En cosa de segundos, el sol ilumina la victoria en la ladera desierta. Allí quedan algunas víctimas abatidas sangrando por la yugular, los pájaros cantan y el lobo se pone a merendar bajo la brisa entre perfumadas margaritas.
El párrafo anterior me ha hecho ver lo malo que soy y, sobre todo, lo mal que he tratado a algunos blogs. Por eso quería, imbuido por el tierno, sensible, y acaramelado espíritu navideño, ser bueno y salir hoy de caza con el proposito de no hacer sangre. Ni tan siquiera despotricar un poco. Por lo menos hasta que me hubiera comido las uvas. Créanme. De verdad.
Pero mi gozo en un pozo. La mala suerte que parece perseguirme cada vez que intento reconciliarme con el mundo y enterrar para siempre los instintos depredadores (soy bueno, de verdad, lo intento, soy bueno) ha hecho que acabe en lamerseelcodo, un santuario de quiroexpresividad hadcore capaz de despertarle el lado más revoltoso hasta al mismísimo gandhi en plena sobredosis de sosegon. Y así no hay manera. A los tres minutos de empezar a leer semejantes raciones de presuntas gracietas, más propias de un rancio bar de carretera que de un medio de expresión del siglo XXI, todas mis melifluas intenciones se han ido al garete.
Lo he intentado pero no ha habido manera. Lamerse el codo es una zafia mezcla de las típicas, manidas -y ya muy apolilladas- sandeces que siempre cuenta el intercambiable cuñado coñazo en todas las bodas (después de meterse unos lingotazos del fundador), y las tres fotos frikis que encuentras decorando las paredes de cualquier caseta de verbena de extrarradio en directa competencia con la muñecachochona, el perrrritopiloto y los últimos éxitos del fary.
Paso por su cutre diseño, paso por la retórica presentación que su autor hace de semejante bodrio, y hasta paso (y ya es pasar) por los pastelosos comentarios empapados de merengue que lo salpican, pero se me hace imposible digerir la cantidad de majaderías, raciones de chistes gañanes y mediocres chascarrillos -a cual más impresentable-, en que este infumable imitador de chiquitodelacalzada -en versión castellanomanchega- intenta convertir su hospicio chusquero.
En fin. Otra vez será.
Kiosko:
Fast-food impreso
Hay semanas en las que, a causa de la sobredosis de trabajo, es difícil encontrar tres o cuatro blogs indecentes a los que poner a caldo. Y, sin embargo, hay semanas en que lo difícil es no toparse con una buena idea por muy enterrada que esté bajo un nombre absurdo y cuente con un diseño que podía estar firmado por el mismísimo estilista de
marujitadiaz el día de su boda.
Partiendo de la tan publicista como interesada ley (no escrita) que funciona en la prensa de papel y que se cumple a rajatabla "
las portadas de los periódicos se regalan", a alguien se le ha ocurrido reunirlas en un blog. ¿Resultado?, una curiosa bitácora en la que uno puede asomarse de un sólo vistazo al heroísmo y a la capacidad imaginativa que son capaces de desplegar los distintos periódicos de papel a la hora de inventarse titulares con gancho, noticias mínimamente interesantes que deban servir a sus intereses (sin desentonar excesivamente) y las acostumbradas historias (en posesión de eso aun más abstracto que cursi llamado valor humano) que, amplificadas antes y después con las correspondientes imágenes de los telediarios, van a ser las que de verdad hagan que la gente se gaste el dinero en el kiosko.